COACH Y ENTRENADORES

Es lógico ver a miles de aficionados enamorados de un ideario que defiende valores de esfuerzo sin límites, entrega sin límites, pasión sin límites... Tanto que hasta pueda convertirse en una especie de religión que trasciende del deporte. Sin embargo, que muchos entrenadores la adopten me genera cierta sorpresa, por cuanto saben con absoluta certeza de su inviabilidad en el tiempo, de su choque en la línea de flotación con la ciencia del Entrenamiento . Inicio así una reflexión que vengo planteando tiempo atrás, prácticamente desde que el "partido a partido" pasó de ser un buen eslogan, a que transfiriera hacia los entrenadores. Y escrito esto desde el máximo y profundo respeto a Simeone, cuyo juego de palabras con su apodo hago mención para argumentar este post, como a todos aquellos que a buen seguro tendrán argumentos adecuados para utilizar dicho término - e incluso seguro que lo utilizarán de forma mediática, desde el máximo conocimiento científico del en

Gracias a datos como los que ofrece la cuenta de twitter @StatsLi -a la que recomiendo que sigan- y los que aparecen en las principales webs de las competiciones más importantes, las matemáticas nos dan ciertas pistas de por qué se están haciendo con el dominio del juego. Sí, no son sólo sensaciones, el juego se empieza a mover por matemáticas cada vez más. Y hay un número que ha hecho que los protagonistas cambien, giren hacia un nuevo modelo de baloncesto, influenciados por la incontestable opinión que ofrece la ciencia de los números. Atacar en baloncesto ya no es sinónimo de sistemas, de movimientos, de jugadores,... ATACAR es sinónimo de NÚMEROS. Sí, porque a la hora de atacar tenemos que valorar el porcentaje de acierto posible, y esto puede determinar nuestra opción a elegir. Para explicar mejor esta reflexión, vamos a utilizar dos competiciones: la NBA y la liga ACB. NBA En la NBA, el porcentaje de TC es del 44,1%, quiere decir que por cada posesión en la que se l

Un entrenador me hacía reflexionar el otro día, contaba en un grupo sus malas sensaciones tras una derrota y lo que le cuesta descansar y encontrar el equilibrio para con el equipo . Y en ese momento, todos los que formamos ese grupo comenzamos -más que a opinar-, a mostrar nuestras mismas sensaciones y dificultades para encontrar la mejor solución. Y es que casi todos los entrenadores buscamos nuestro Santo Grial en el logro del juego en EQUIPO . Un quebradero de cabeza que nos llevamos cada día a casa cuando no logramos conjuntar a un grupo de jugadores. Un galimatías que tiene tantos secretos y complicaciones, como sencillez. Pienso que muchas veces nos obcecamos en que el objetivo consiste en unir a 12 jugadores en pro de un logro común ...., otras veces nos conformamos con lograrlo con 8 jugadores.....e incluso nos damos con un canto en los dientes si lo hacemos con 5,...pero quizás sea un mal comienzo, e incluso un mal destino. Reflexiono a partir de ahí en los grandes e

(Es un placer poder incluir en mi blog esta aportación personal de Miguel Panadés sobre el baloncesto). El discurso de papel  El otro día observaba como un político tenía que leer hasta la último palabra de un aburrido discurso que, por la forma de expresarlo, estaba claro que se lo había escrito otro. Obviamente al mensaje le faltaba autenticidad, le faltaba fuerza, le faltaba frescura, le faltaba entusiasmo… Una mierda de discurso vaya. Cambié de canal. Como soy un enfermo del baloncesto y lo relaciono todo con ÉL, y mientras alguien de mi familia que no recuerdo quien me comentaba algo que no acabo de recordar qué, mi memoria me transportó a una reflexión que hace muchos años me hizo Bozidar Maljkovic una vez había convertido al Limoges en el sorprendente campeón de Europa. “Jugamos muy lento, muy aburrido, con sistemas muy largos, con muchísima disciplina porque… somos muy limitados (me dio otro calificativo)”. Bozidar Maljkovic al frente del Limoges  Por mi

Han quedado lejos los tiempos en los que se intentaba fichar al mejor entrenador posible para que tu equipo consiguiese el mayor número de victorias. Tiempos en los que las ayudas externas a los clubes les permitían invertir en jugadores y en entrenadores para ganar algunos partidos, o muchos, y así año tras año. Sin embargo, con la crisis, el baloncesto recuperó su realidad más dura, aquella en la que el dinero externo no entraba como antes, y había que hacer encajes de bolillos para cuadrar presupuestos. La competición de alto nivel no permite grandes alegrías a la inmensa mayoría de equipos, que sobreviven años más arriba y años más abajo de la clasificación pero lejos,....lejísimos de los títulos importantes. Así que sin quererlo, y no sé si sin saberlo, se ha ido creando un nuevo paradigma a la hora de fichar entrenadores; ya que, como el resultado no es verdaderamente importante (ni se baja, ni se sube, ni se ganan títulos), ahora hay que centrarse en la parcela económica.

24 horas es el tiempo en el que nuestro satélite natural, y no uno de esos que nos permiten que -por ejemplo- yo pueda estar escribiendo esto, tarda en rodear nuestro planeta. Esta rotación completa permite disfrutar de Todos los momentos de día, noche incluida. Reducir esas 24 horas, que a algunos se nos quedan cortas, no permitiría a muchos desarrollar todo su potencial, es más -e insisto- nos suelen saber a poco. Pues bien, en el baloncesto actual -y aprovechando las reflexiones que en el último mes ha lanzado en su columna de opinión Juan Mora en AS-, es difícil ver a un jugador disfrutar de un ciclo completo de partido; es decir, verlo disputar 40 minutos. Gracias a los datos facilitados por @fernandogordosb y @espanolesNBA sabemos que en la Liga Endesa, otrora ACB, sólo 11 jugadores superan la treintena de minutos, 6 de ellos en dos equipos, y es Andy Panko quien más juega de momento 36 minutos por partido; ese dato en Euroliga nos dice que Batum lo hace en 39 minutos, o sea,